Tú estabas en mí
escondido.
No era un ser
sino mi ensueño.
Yo te enseñé el amor de las estrellas
y tú sentiste en tus hombros nacer la fuerza
para alcanzarlas.


Estaba enfermo de tu ausencia
y encontrarte de nuevo es el día.
No puedo precisar si el silencio
es tu voz o tu sonrisa,
ni si en el recuerdo exístes
o te me vas muriendo.


El ángel tiene su demonio dormido.
Sopla blando tu pasión, no lo despiertes.
Me asedia al amor, como un tormento
y complacido voy a su martirio.



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