Gracias, Señor, de mis defectos, porque me conservan semejante al Ser que Tú creaste de la arcilla, y no soy estatua de sal, ni piedra. Bendita la pasión que me distingue, fortificando mi esíritu. Dios sea loado de no haberme hecho sabio, erudito, académico y de tener cada día, cada hora, cada minuto, el placer de la sorpresa y la oportunidad del conocimiento: Estar desnudo, a veces, es signo de poderío.


Dios necesita compasión. Tiene vergüenza de su obra. Los humanos han llegado a quererle y ni le temen ya. Su santo terror ha terminado. Abriéndose paso en el misterio el hombre ha olvidado a Dios. Se ha poblado el espacio de gritos y los tímidos ángeles están de vacaciones.

 

Adelante

Regresa "Personajes Nacionales"