OHUBARDO Inc.
Organización Humanitaria de los Bateyes de
La República Dominicana Inc.

       
       

41 III. Birds of passage are also women. La participación de las mujeres en la migración internacional
5. Los derechos humanos y la vulnerabilidad de las mujeresmigrantes: intenciones y realidades

b. Comiendo sobras del amor

A pesar de todas las especulaciones sobre la participación de las latinoamericanas migrantes en el comercio sexual, existen pocas fuentes de información. Según Gallardo (2001), en el caso de República Dominicana, el número exacto de mujeres involucradas es muy difícil de determinar; sin embargo, y a partir de varios antecedentes, se establece que es el cuarto país del mundo -después de Tailandia, Brasil y Filipinas- donde las mujeres trabajan en la industria del sexo fuera de sus fronteras.
Según ISIS Internacional (Servicio Femenino Internacional de Información y de Comunicación) (1998), las redes de trata de mujeres están especialmente activas en Suriname, donde se concentra y distribuye un alto número de brasileñas, dominicanas y colombianas que ejercen la prostitución. La trata de personas está también presente en las zonas fronterizas de países sudamericanos y centroamericanos con destino a los Estados Unidos y Canadá (CELADE, 2003).
La otra cara de la trata de mujeres es la presencia de un alto contingente de latinoamericanas y caribeñas en países de Europa. Se señala que este fenómeno no puede ser analizado fuera del contexto migratorio y que las mujeres que caen en las redes de los tratantes generalmente han sido contratadas para el servicio doméstico, matrimonios acordados y prostitución (ISIS Internacional, 1998).
Con relación a la misma temática, Polanía (1995) diferencia entre trata interna de mujeres y trata externa; esta última se refiere al mercado internacional, a cuyo respecto plantea que es una trata directamente relacionada con redes europeas que tienen sus puntos de operación y reclutamiento en Brasil, Suriname, Colombia, República Dominicana y las Antillas, para los centros de distribución ubicados en España, Grecia, Alemania, Bélgica y Holanda. En el caso latinoamericano y caribeño, las redes de tratantes han creado otras modalidades de comercio que no están tipificadas, ya que las mujeres saben de antemano cuál será su trabajo en Europa, aunque sí desconocen las exigencias de dicho mercado sexual y las formas de engaño que sobrevendrán.
En un intento de determinar con precisión qué tipo de mujeres son víctimas, Polanía (1995) las describe como mujeres de una edad promedio entre 19 y 25 años, con estudios primarios o secundarios inconclusos y de estrato social medio y bajo. En algunos casos, su primer contacto sexual se da con los clientes europeos y, en otros, son madres solteras sin experiencia anterior en la prostitución.
Hasta el momento existe muy poca evidencia empírica acerca de la magnitud de este hecho en América Latina. Por la relevancia que a todas luces tiene, esta constatación releva la necesidad de contar con mayor información, que dé origen a estrategias para impedir este flagrante atropello de los derechos humanos de las mujeres migrantes.
Es inútil insistir en la ausencia de culpabilidad de las mujeres que "saben a lo que van" si no existe una legislación adecuada en cada país. Sobre esta cuestión no existe la última palabra. Canadá, por ejemplo, cuenta con visas para bailarinas exóticas como un intento de prevenir el ingreso de mujeres para la prostitución y tener un indicio transparente de su incidencia. Se discute, sin embargo, que ello no asegura el engaño ni las condiciones laborales de explotación y que, en tal sentido, sólo se regulariza parte de una situación que sigue siendo, en el fondo, irregular (véase Macklin, 2003).
Es necesario reconocer que la trata de personas debe ser analizada desde la óptica de los derechos humanos. En repetidas ocasiones, las víctimas de este delito son vistas como migrantes que han violado las leyes de migración y, como consecuencia, están sujetas a detención, deportación y, en no pocos casos, han 62 sido consideradas como criminales. La clave de un acercamiento a los derechos humanos es la despenalización -protección- de la víctima y la criminalización -el enjuiciamiento- de los tratantes, para restaurar el equilibrio apropiado en lo que concierne a los derechos humanos (CELADE, 2003).

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