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III. Birds of passage are also women. La participación
de las mujeres en la migración internacional
5. Los derechos humanos y la vulnerabilidad
de las mujeresmigrantes: intenciones y realidades
a. La vulnerabilidad de las migrantes y sus
difíciles fronteras
Históricamente, la migración internacional ha involucrado
oportunidades y riesgos y este contrapunto se ve exacerbado en
la actual globalización. Aunque existen indicios de reconocimiento
de la legitimidad del derecho de toda persona a salir de su país
de origen, lo cierto es que, en oposición, losriesgos se
hacen más visibles conforme aumentan las restricciones
para la migración. Estas constituyen la fuente básica
de la vulnerabilidad estructural, conllevan amenazas a la dignidad
de las personas migrantes y menoscaban su contribución
a la prosperidad económica y a la diversidad cultural de
las sociedades de destino. Las mujeres se ven amenazadas desde
un sinfín de dimensiones: discriminación cruzada
de género, socioeconómica, étnica y de nacionalidad,
abusos sexuales, deterioro de la salud reproductiva y de la integridad
física.
Las mujeres migrantes, particularmente las indocumentadas, son
vulnerables entre las vulnerables porque experimentan con más
frecuencia riesgos sociales -como la pobreza, el desempleo y la
subordinación en sus hogares de origen- y tienen menos
capacidad de respuesta individual e institucional frente a ellos.
Son también estigmatizadas entre las estigmatizadas, porque
se percibe que están dispuestas a ser tratadas o traficadas,
para trabajar en cualquier actividad, habida cuenta de la carencia
de opciones en sus países natales. La discusión
sobre su segmentación en el comercio sexual de los países
de destino parece tener asidero, si bien habría que distinguir
lo que es el conjunto de riesgos que enfrentan en sus trayectorias
durante el desplazamiento de lo que es la inserción laboral
que le sigue (recuadro 7).
Recuadro
7
LA INSOPORTABLE VULNERABILIDAD DE LAS MIGRANTES
INDOCUMENTADAS Y LOS RIESGOS DE PROSTITUCIÓN
Fuente: Jiménez (1998); Lim y Oishi (1996); Mora (2002).
La vulnerabilidad de las mujeres está muchas veces
estrechamente relacionada con su inserción laboral.
En su proceso de inserción en los países desarrollados
son fácil presa de explotación, que las convierte
en sujetos privados de derechos. Respecto a la inserción
laboral, Lim (1998) plantea que el envejecimiento de las sociedades
y la creciente integración de las mujeres al mercado
laboral favorece que las mujeres migrantes en muchos países
en desarrollo se empleen al interior de hogares. Sin embargo,
creemos que este tipo de empleo no solamente implica una mayor
discriminación que la vinculada a los trabajos típicamente
realizados por hombres, sino también una mayor exposición
a la explotación y una menor visibilidad ante los organismos
encargados de la supervisión de los derechos de las
trabajadoras. Es más, en América Latina y el
Caribe debería discutirse sobre el significado, condiciones
y consecuencias del emergente escenario en que las mujeres
del tercer mundo ayudan al bienestar de las envejecidas unidades
domésticas del mundo desarrollado.
En cuanto a la situación de las migrantes latinoamericanas
y caribeñas, Daeren (2000) plantea que, si bien no
se puede generalizar, grupos numerosos de mujeres trabajan
en condiciones de precariedad. La discriminación y
violación de sus derechos se presenta a partir de variables
que no siempre son tan fáciles de separar o destacar
como "razón principal de discriminación".
En la mayoría de los casos son una combinación
de varios factores, como la situación residencial -documentada
o La asociación a priori entre prostitución
y migración indocumentada, tráfico o trata de
personas, se muestra muy fuerte en algunos ámbitos
y tiene historia en Asia y África. Se sabe que en algunas
sociedades africanas la migración individual de mujeres
es considerada como prostitución. Además, la
preocupación por la trata de personas ha estado concentrada
en la prostitución femenina y autoras como Saskia Sassen
han llegado a sostener que este es uno de los componentes
fundamentales de la feminización de la supervivencia,
estrategia obligada para mujeres en países en desarrollo.
Sin embargo, la relación debe entenderse en dos contextos:
a) durante las fases de traslado y b) durante la inserción
laboral en el país de destino. Ello exige un examen
minucioso que revele la verdadera asociación y que
distinga el país de tránsito, el de destino
y la zona de frontera.
Durante el traslado existen abundantes evidencias de casos
en que las migrantes indocumentadas suelen ser abusadas sexualmente,
lo que se entiende como el precio que deben pagar a los traficantes,
tratantes y al personal administrativo de los países
de tránsito y de llegada. Las experiencias van desde
el "compañerismo" con el pollero hasta
la violación sexual o el sexo bajo coacción.
El compañerismo es considerado por algunas migrantes
como una forma de "protección". Pero se conocen
numerosos casos de desaparición y abandono durante
el tránsito. Estos riesgos también afectan a
los niños y adolescentes migrantes. En la frontera
norte de México, por ejemplo, existe información
sobre adolescentes que atraviesan a territorio estadounidense
para ser abusados sexualmente en ciudades limítrofes.
Asimismo, en Guatemala, se ha observado que muchos niños
y adolescentes que intentaban viajar hacia la frontera se
han visto finalmente involucrados en la prostitución.
En cuanto a la inserción en el mercado de trabajo,
el comercio sexual es una opción largamente descrita
en diversos países, y ese es el caso de España.
Dentro de la región hay alguna evidencia en el caso
de Perú, donde la Encuesta Demográfica y de
Salud Familiar de 2000 mostró que tanto el porcentaje
de mujeres migrantes que había recibido ofertas de
dinero por sexo como el que había accedido casi duplicaban
al de las peruanas. Varios estudios de casos e investigaciones
sobre mujeres migrantes temporales o permanentes en situación
de frontera evidencian de igual manera esta relación
entre ilegalidad e inserción en el comercio sexual:
en Ciudad Hidalgo, frontera sur entre México y Guatemala,
el 76% de las trabajadores sexuales corresponde a migrantes
temporales procedentes de Honduras, El Salvador y Nicaragua.
Asimismo, se identificó que el 93% de las mujeres que
trabajaba en la zona de tolerancia de Ciudad Hidalgo eran
indocumentadas. Parece que la mayor parte de estas mujeres
utiliza la ciudad como tránsito que les permite obtener
dinero o conocer a alguien dispuesto a acercarlas a la frontera
norte. Estas mujeres tenían entre 19 y 27 años
y una baja escolaridad (un tercio de analfabetas); en su mayoría
eran separadas, con hijos y habían huido de relaciones
violentas. Una constante es que manifestaban dedicarse a la
prostitución por razones económicas vinculadas
al sustento de sus familias. Las mujeres que participan en
estos movimientos enfrentan múltiples inconvenientes
relacionados con su salud sexual y reproductiva, que han sido
descritos en numerosos informes.
Fuente:
Jiménez (1998); Lim y Oishi (1996); Mora (2002).
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La
vulnerabilidad de las mujeres está muchas veces estrechamente
relacionada con su inserción laboral. En su proceso de
inserción en los países desarrollados son fácil
presa de explotación, que las convierte en sujetos privados
de derechos. Respecto a la inserción laboral, Lim (1998)
plantea que el envejecimiento de las sociedades y la creciente
integración de las mujeres al mercado laboral favorece
que las mujeres migrantes en muchos países en desarrollo
se empleen al interior de hogares. Sin embargo, creemos que este
tipo de empleo no solamente implica una mayor discriminación
que la vinculada a los trabajos típicamente realizados
por hombres, sino también una mayor exposición a
la explotación y una menor visibilidad ante los organismos
encargados de la supervisión de los derechos de las trabajadoras.
Es más, en América Latina y el Caribe debería
discutirse sobre el significado, condiciones y consecuencias del
emergente escenario en que las mujeres del tercer mundo ayudan
al bienestar de las envejecidas unidades domésticas del
mundo desarrollado.
En cuanto a la situación de las migrantes latinoamericanas
y caribeñas, Daeren (2000) plantea que, si bien no se puede
generalizar, grupos numerosos de mujeres trabajan en condiciones
de precariedad. La discriminación y violación de
sus derechos se presenta a partir de variables que no siempre
son tan fáciles de separar o destacar como "razón
principal de discriminación". En la mayoría
de los casos son una combinación de varios factores, como
la situación residencial -documentada o indocumentada-,
el país de origen, la etnia, el tiempo de residencia en
el país de destino, el dominio del idioma, el nivel de
educación y otras variables.
En muchas partes del mundo se observa una concentración
de las inmigrantes en ocupaciones como el servicio doméstico
y el cuidado de niños y enfermos. También destacan
las ocupaciones relacionadas con el sector de la "diversión",
incluido el comercio sexual, en el que sobrellevan un alto grado
de dependencia y subordinación de su empleador. Junto con
los hombres migrantes, tienden a estar excluidas de la legislación
laboral nacional y de los instrumentos que regulan la migración
internacional (Daeren, 2000).
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