OHUBARDO Inc.
Organización Humanitaria de los Bateyes de
La República Dominicana Inc.

       
       
7 Introducción

Los países de América Latina y el Caribe enfrentan un nuevo período abierto a la economía internacional. A pesar de que la región cuenta con alrededor del 10% de los migrantes del mundo y una creciente participación de personas, comunidades y países en la migración internacional, los antecedentes disponibles sobre el conjunto de patrones migratorios señalan que uno de sus recursos más abundantes tiene restricciones para circular: la mano de obra en edad de plena contribución productiva.

En la actual globalización, la región es claramente origen de migración y está exportando capital humano a destinos diversificados, y lo hace con importantes riesgos para sus migrantes, con deterioros de su capacidad de innovación y con síntomas de una nueva dependencia de recursos que provienen de sus emigrados. Simultáneamente, la migración cobra cuerpo en las agendas nacionales, y todos los países de la región destinan esfuerzos a su gobernabilidad compartida. Más lentamente, pero tal vez de manera irreversible, se percibe que la "válvula de escape" que pudieran representar los procesos migratorios se ha traducido en pérdidas cuantitativas y cualitativas de capital social y humano, y, a la vez, se reconoce la existencia de ciudadanos en el exterior, que envían remesas y amplían el concepto de nación. Se discute con creciente interés sobre el impacto de esos recursos, cuya proporción en flujos mundiales a la región es la primera en el mundo y su incidencia macroeconómica es ostensible.

Esto llevó a visualizar a las personas migrantes, mostrando la existencia de redes migratorias que permiten su vinculación con los países de origen, y les otorga un papel cada vez más determinante en la vida económica y política nacional. Las remesas invocan numerosas inquietudes; digamos, por ahora, que las iniciativas individuales de las y los migrantes son capaces de superar a la asistencia que los países desarrollados entregan a los países en desarrollo.

A esta altura del decenio de 2000 es necesario difundir a toda costa el aumento de la complejidad de la migración internacional, por sus dimensiones, visiones y actores, lo que desafía a los
investigadores y tomadores de decisiones. Nos urge destacar que las personas migrantes no son ni masas de desheredados ni amenazas para la seguridad nacional de ningún país. En apoyo de tal urgencia, un hecho muy sobresaliente ocurrido durante las últimas décadas en la región es la participación de las mujeres en la migración internacional. Pensamos que, más allá de las distinciones según el sexo de las personas, no se trata de un tema más en la agenda sobre la migración, aunque es preciso reconocer queestá muy relegado en la investigación y en el debate. La participación de las mujeres tiene especificidades y significados profundos, asociados tanto a las transformaciones económicas mundiales y a la reestructuración de los mercados laborales como a la consolidación de redes sociales y familiares.

Este hecho acarrea también la potencialidad de abrir más espacios para las mujeres, al mismo tiempo que amenaza perpetuar patrones de desigualdad de género. En la región, la más directa evidencia es la feminización cuantitativa que se observa en la escala intrarregional y en la emigración desde la mayoría de países que se dirige al exterior de la región, un rasgo que muy poco ha sido considerado en las formulaciones teóricas hegemónicas en el vasto campo de la migración internacional, cuyo interés, en
general, se ha orientado preferentemente a estudiar e interpretar la migración como un proceso en clave masculina, alentado por racionalidades económicas.

Desde el discurso de la migración de mujeres, se pone énfasis en que tanto sus factores determinantes como sus modalidades y consecuencias no son, necesariamente, simétricos a los de los
hombres. Las evidencias y el desarrollo de los estudios algunos de los cuales vienen de mucho tiempo han respaldado esta visión. Hoy es claro que cada vez más las mujeres toman distancia de la
migración de acompañamiento o de seguimiento de sus parejas, supuesto de dependencia implícito y explícito en la mayoría de formulaciones teóricas sobre migración. Migran solas y también con arreglo a complejas decisiones dentro del grupo doméstico; hasta reditúan más que los hombres al aportar responsablemente con recursos al hogar.

Pero, al mismo tiempo, las mujeres migrantes están expuestas a riesgos mayores que los hombres en cuanto a discriminación, explotación y violencia, ya sea durante sus travesías o en los lugares de destino. La confluencia del género, etnia, nacionalidad e indocumentación puede conducir a las más extremas violaciones de derechos humanos, incluyendo abusos sexuales, deterioro de la salud reproductiva y amenaza a la integridad física. Las mujeres que han sido víctimas de engaño por organizaciones dedicadas a la trata de personas con fines de explotación se encuentran entre las más vulnerables. Resulta crucial, entonces, invocar las perspectivas de género en el estudio de la migración de mujeres, porque el género recorre estructuralmente las decisiones, trayectorias y consecuencias de la migración.

Este documento tiene como propósito examinar la evolución del mapa migratorio latinoamericano y caribeño hasta comienzos del decenio de 2000, con especial atención a la participación de las mujeres y a las expresiones de género que demanda su interpretación. En el primer capítulo se analizan algunos hechos estilizados en las tendencias migratorias recientes, donde destaca la revisión de las posturas a favor del efecto de la "válvula de escape", la necesidad de abordar inquietudes pendientes sobre las
remesas (que confluyen en el análisis de sus efectos ultiplicadores en cada contexto) y las tendencias de la participación de las mujeres, que sugiere una feminización cuantitativa de la migración
internacional.

Luego, en el segundo capítulo, sobre la base del procesamiento de los microdatos censales correspondientes a la ronda de 2000 disponibles en el banco de datos del Proyecto IMILA Investigación
de la Migración Internacional en Latinoamérica) del CELADE y con arreglo a información de otras fuentes se describen los patrones migratorios regionales tradicionales: a) la inmigración de ultramar,
que registra un agotamiento indeclinable; b) la migración Intrarregional, que experimentó una moderada intensidad y mantiene un predominio femenino; y c) la emigración hacia los Estados Unidos, que concentra tres cuartas partes de los migrantes de la región y se inscribe dentro del patrón migratorio sur norte. Se destaca que se agrega un nuevo patrón, también de carácter extrarregional, con España y Japón como los más dinámicos destinos y se hace también referencia a los procesos de retorno en países seleccionados de la región, que revelan una frecuencia importante y que acompaña la inmigración reciente.

El tercer capítulo se dedica a la migración de mujeres y el género. Se examinan primero las fuentes de información, sus falencias y potencialidades, fijando límites y abriendo nuevas interrogantes
sobre un lugar común en la investigación social: la llamada invisibilidad de las mujeres migrantes. A continuación se reseña la evolución de los estudios de género y la migración internacional, para profundizar en los factores estructurales, sociales e individuales que están detrás de las decisiones migratorias de las mujeres. Un punto especial es el análisis de la inserción laboral de las mujeres en países de destino y la situación de los derechos humanos y vulnerabilidad de las mujeres migrantes. Se busca destacar que el combate a la trata de personas apenas se ha iniciado.

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