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11. La migración internacional a comienzos del año 2000

2. La "válvula de escape": una breve revisita

Si bien no hay evidencias para afirmar que existió una promoción deliberada de la emigración en la región como sí ocurre en otras latitudes , la visión de la emigración como una salida, una alternativa o un alivio frente a las presiones del mercado laboral y las necesidades de atención gubernamental a grandes contingentes de población, ha tenido importante aceptación en varios países de la región.*1 De hecho, ello explica que durante muchos años algunos gobiernos apenas dedicaran menguados esfuerzos por promover medidas directas para atender las presiones migratorias y mejorar la situación económica y ciudadana de potenciales migrantes, no atendieran las perspectivas de vinculación con los emigrados, no establecieran demandas a los países receptores y tuvieran posturas pasivas frente a las amenazas de vulneración de los derechos humanos (Bustamante, 2003; Nyberg-Sorensen, Van Hear y Engberg-Pedersen, 2002).

Tal vez la excepción a estas omisiones fue la preocupación por la migración de personal calificado, que tempranamente despertó inquietudes, porque se percibió como una pérdida de capital humano que había que encarar, ya sea reteniendo a los potenciales migrantes o exigiendo compensaciones de los países beneficiados, las cuales nunca se concretaron. Esas pérdidas son cuantitativas y cualitativas e interactúan.

Las consecuencias más directas de la emigración sobre los mercados laborales nacionales niveles de empleo, desempleo, subempleo y salarios y el crecimiento han sido imperceptibles, muy inestables o han estado afectadas por coyunturas; cuando puede reconocerse un impacto positivo, ha sido por efectos contracíclicos, como los derivados de transferencias e incentivos tributarios (Bustillo y Ocampo, 2003).*2
En general, las consecuencias "positivas" sobre los mercados laborales han sido más evidentes en los países de menor tamaño demográfico y en regiones específicas dentro de los países de mayor emigración.

Esto lleva a pensar que la emigración ha generado más bien pérdidas cuantitativas de capital social y humano, sobre todo en aquellos países de la región que han registrado una persistente salida de personas por convulsiones internas.

La década perdida y la que le siguió sugieren que la "válvula de escape", en su sentido genérico, traería beneficios en el corto plazo, especialmente en las naciones que enfrentaron fuertes alzas de desempleo. Pero, a la larga, la descalificación de la fuerza de trabajo y la pérdida de población joven pueden derivar en un impacto cualitativo negativo. Si, teóricamente, la emigración masiva puede alterar regresivamente la distribución del ingreso y deteriorar las posibilidades de elevar los niveles de competitividad, su presencia como opción de futuro la convierte en un factor de pesimismo y descompromiso con los proyectos nacionales, en mecanismo inhibidor de la acumulación de activos escasos, y termina por incentivar un círculo vicioso que conduce a una mayor expulsión de población (CELADE, 1999; Pellegrino, 2003; SIEMCA, 2002).

En ese contexto, y tratándose de personas de alta calificación, se ha tendido a aceptar que persiste la erosión de recursos humanos, que puede ser irrecuperable y tener consecuencias adversas para las transferencias de conocimiento y de tecnología (Castillo, 2003; CONAPO, 2002; Pellegrino, 2000; Villa y Martínez, 2002). Dicha pérdida es manifiesta si se considera que muchos países registran escaso dinamismo en la generación de capital humano en los últimos años y que existen prácticas agresivas y políticas destinadas a su reclutamiento en los países desarrollados. Una aproximación al impacto de la emigración sobre la disponibilidad de personal calificado en los países de la región es indicativa del alto desmantelamiento de su capacidad intelectual: hay países donde cerca del 10% de sus profesionales y técnicos se encuentra en el exterior. *3 Como contrapunto, más conocidos son los beneficios de la inmigración calificada sobre el cambio tecnológico, emblematizados en el éxito empresarial de Sillicon Valley (Benson-Rea y Rawlinson, 2003).

En ocasiones se argumenta que la migración temporal sustituye el "drenaje de cerebros", representando un factor de estímulo para los países de origen, dado que la circulación contribuiría a romper el aislamiento en el que pueden quedar los sectores más calificados del mercado de trabajo en los países en desarrollo (Pellegrino, 2003). No obstante, las posibilidades de circulación e intercambio de científicos para los países de la región son reducidas, al menos en su comparación con los migrantes de otras regiones.

En la actualidad, el Acuerdo General sobre el Comercio de Servicios, que incluye solo el desplazamiento temporal de personas con calificaciones, supedita la movilidad a condiciones y limitaciones como las que restringen la equivalencia de calificaciones y la someten a estrictas disposiciones de las leyes migratorias que, en la práctica, son incompatibles con la apertura de mercados (CEPAL, 2002).
En la región, la hipótesis de la válvula de escape está dando paso, progresivamente, a una lectura diferente, donde se acepta que la legitimidad de la emigración y sus potenciales impactos positivos para todos los actores solo pueden tener lugar si se reducen los numerosos riesgos derivados de las restricciones institucionales, la xenofobia y las limitaciones a la movilidad calificada. Además, las preocupaciones por la diáspora y la vinculación con los emigrados se tradujeron en el redescubrimiento de las comunidades en el exterior, que han pasado a formar parte del acervo de materias de política para los próximos años. Ahora bien, el descrédito de la percepción de "alivio" que significaba la emigración ha traído dos consecuencias importantes que deben discutirse apropiadamente: la creación de auténticas condiciones que encaminen a una libre retención de potenciales emigrantes y el aprovechamiento creativo de las numerosas potencialidades de las diásporas. *4


* 1 Es ampliamente reconocido que diversos países asiáticos, como Filipinas, Indonesia, Sri Lanka y Tailandia cuentan desde hacetiempo con instrumentos explícitos para estimular la emigración, lo que ha sido notorio en el caso de las mujeres. Sólo recientemente se discute en algunos sobre la ciudadanía de sus emigrados (un lema actual: Once a Filipino, always a Filipino).

* 2 Reconociendo las controversias existentes, los autores realizan un análisis de Puerto Rico en la segunda mitad del siglo XX y postulan que la emigración habría contribuido al desarrollo de la isla al proteger el nivel de ingresos y elevar su ritmo de crecimiento: "la emigración habría agregado un cuarto de punto porcentual al crecimiento del PIB per cápita en los años ochenta" (p. 30).

* 3 Se trata de Panamá, Paraguay y El Salvador (alrededor de 1990). Un número importante de países tenía en esa fecha entre un 5% y un 10% de sus profesionales y técnicos en el exterior (Pellegrino y Martínez, 2001).

* 4 El concepto diáspora se está empleando crecientemente. Algunos autores lo remiten a la idea de dispersión (el acto de dejar el lugar de origen) y otros lo asocian como sinónimo de comunidades transnacionales. De todos modos, existe consenso que el concepto se refiere a una construcción social de grupos étnicos minoritarios de origen extranjero o de una colectividad transnacional desterritorializada, que tienen una identidad común, que residen y actúan en países receptores, pero que mantienen una fuerte ligazón sentimental y material, real o imaginada, con su tierra natal y reconocen, además, el reflejo de ella en sus prácticas idiomáticas, religiosas y culturales (Cohen, 1997; Riggs, 2000; Shuval, 2000, citado por Pellegrino y Martínez, 2001; Shain, 1994).

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