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21 II. Continuidades y cambios en el mapa migratorio regional latino americano y caribeño: un retrato en cifras

2. Un nuevo patrón extrarregional: España y Japón son los destinos más dinámicos

La emergencia de un nuevo patrón migratorio orientado al exterior de la región, principalmente fuera de las Américas, cobra creciente vigor a contar de los años noventa y a medida que se conocen las cifras de la migración regional y algunas especificidades que lo acreditan como un patrón diferente. La emigración a destinos alternativos a los Estados Unidos no ha sido un hecho sin precedentes entre latinoamericanos y caribeños. Canadá y el Reino Unido han oficiado, en distintas épocas y con diferentes atractivos y perspectivas, como países receptores de migrantes de la región. Canadá mantiene un programa significativo de admisión permanente de inmigrantes basado en un sistema de puntos que favorece su incorporación de acuerdo con su capacidad de integración a la economía y sociedad canadienses. Su reciente Ley de Inmigración de 2002 recoge una larga experiencia, que se resume en la visión beneficiosa de la inmigración y en el propósito de lograr la integración económica, social y cultural de los extranjeros (Biles y Burstein, 2003). El Reino Unido dio preferencias a los inmigrantes de la Comunidad del Caribe, aunque desde hace décadas terminó la política de libre admisión. Varios países europeos y Australia recibieron a exiliados políticos sudamericanos durante los años setenta y ochenta, asuntos hispanos, salvo cortejos efímeros cada cuatro años. Si estuvieran organizados, sería impensable que el Presidente Bush quien al comienzo de su administración prometió hacer de América Latina su primera prioridad de política exterior y legalizar a los mexicanos indocumentados incumpliera su palabra.
Aun si los hispanos se volvieran influyentes, es improbable que se produzcan cambios en la política exterior de los Estados Unidos. La razón es sencilla: salvo los cubanos, que tienen una causa muy concentrada, los demás tienen, con respecto a sus países de origen, causas nacionales difusas como la superación económica que no resultan fáciles de convertir en exigencias concretas hacia la Casa Blanca o el Congreso. Por lo tanto, sus urgencias serían mucho más de la política doméstica que de la política exterior.
¿Significa que América Latina no debe esperar nada de la explosión hispana, salvo remesas de dólares? No. Si algún país latinoamericano, como México, encontrara la forma de dotar a sus emigrados de una causa atractiva y reductible a demandas concretas, y al mismo tiempo los líderes hispanos encontraran la forma de darle organización política a esa promisoria pero amorfa demografía, podría surgir un poderoso movimiento político. Quizás sólo la política exterior latinoamericana pudiera convertir a los hispanos en una influencia significativa en la política exterior estadounidense. ¿Alguna cancillería latinoamericana trabaja en ello?
lo que marca uno de los principales antecedentes para la actual presencia de inmigrantes en ellos y, de paso, sugiere el protagonismo de esos orígenes.

Lo que realmente es novedoso es que España y Japón han emergido como los destinos de más elevada dinámica reciente de la emigración regional. De acuerdo con la información disponible, se puede estimar que hacia el año 2000 unos 2,8 millones de latinoamericanos y caribeños residen en países de fuera de la región distintos de los Estados Unidos, concentrados en España, Canadá, Reino Unido y Japón (cuadro 5). Caribeños y sudamericanos son los principales grupos; en estos últimos, destacan los brasileños, ecuatorianos, colombianos y argentinos. El otro rasgo llamativo es que, en general, la información disponible por sexo indica que participan más mujeres que hombres, si bien hay importantes excepciones como para caracterizar a este patrón de manera tajante como "feminizado".

Cuadro 5

 

 

 

 

 

 

 

 

El patrón extrarregional de migración también guarda relación con una modalidad determinada de retorno, de acuerdo con dos componentes. Por un lado por lo menos hacia las antiguas metrópolis y Japón , existe un retorno diferido generacionalmente: la inmigración se ve beneficiada por la posibilidad para algunas personas de recuperar la ciudadanía de origen de sus antepasados inmigrantes hacia América Latina entre fines del siglo XIX y las postrimerías de la primera mitad del XX. Por otro, se trataría de una restitución de recursos humanos.
No toda la inmigración latinoamericana a España se asocia directamente al reconocimiento de ciudadanía; en promedio, casi un tercio de los latinoamericanos se han nacionalizado; no obstante, las proporciones alcanzan a más del 40% entre varios grupos (con porcentajes más significativos entre venezolanos y uruguayos, según cifras del censo de 2001; véase gráfico 10). Esto hace suponer un efecto indirecto de la ciudadanía, que se expresa vigorosamente sobre las redes sociales; estas se conforman de vínculos familiares y no familiares. De allí que la otra característica de la migración a España sea su condición de segundo destino de la emigración regional, con 840 mil inmigrantes, casi la mitad de los cuales son ecuatorianos y colombianos. Además del enorme crecimiento de la inmigración de latinoamericanos y caribeños desde 1990 (sobre todo en los últimos años), se trata fundamentalmente de población nacida en los países sudamericanos y con fuerte predominio de mujeres, lo que le imprime su singular gravitación como destino de la emigración regional (cuadro 6). La inmigración en este país ha estado signada por la fuerte dinámica y el cambiante perfil de los inmigrantes, cuya composición ha alternado la participación de africanos, europeos del este y sudamericanos (Anguiano, 2002).

Sin duda, la participación de mujeres sudamericanas es muy elevada, aunque su predominio ha venido descendiendo, posiblemente debido al asentamiento de las familias. Esto significa que las mujeres han sido pioneras en la instalación, contraviniendo los enfoques teóricos más conocidos. Dicho en palabras de los investigadores españoles: "Viene el hombre tras la mujer y los hijos" (Izquierdo, López y Martínez, 2002, p. 7). Pero ellos reconocen que esta conducta es posible por la dinámica de la demanda laboral y las facilidades políticas y preferencias empresariales (entre otras, por el idioma).
En el caso de Japón, la inmigración compuesta principalmente de brasileños y peruanos se vio favorecida directamente desde 1990 por las disposiciones que facilitaron el visado de ingreso y permanencia temporal a los descendientes sanguíneos (dekasseguis) de japoneses instalados desde las primeras décadas del siglo en Brasil y Perú (los nikkei) (Pellegrino y Martínez, 2001; Sasaki, 2000). *12 Los brasileños, a poco del centenario del inicio de la llegada de japoneses a Brasil (1908) "em um caminho de volta dos japoneses e seus descendentes radicados no país" son el tercer grupo en número de extranjeros en Japón, después de coreanos y chinos; en su conjunto, los latinoamericanos representaban un 19% de los inmigrantes en este país a fines de la década de 1990, luego de haber sido el 15% en la mitad del decenio (Sasaki, 2000). Estos inmigrantes son en su mayoría hombres, empleados en los sectores manufactureros, si bien se registra un progresivo aumento de la participación de las mujeres (cuadro 7). Entre 1994 y 1997, la población brasileña en Japón aumentó aproximadamente en setenta mil personas, en un contexto de alta demanda de mano de obra y oferta de elevados salarios relativos. Los trabajadores brasileños son reclutados a través de agencias especializadas para destinarlos a las ocupaciones de las "cinco k": pesados (kitsui), peligrosos (kiken), sucios (kitanai), exigentes (kibishii) e indeseables (kirai) (Kawamura, 1999, citado por Fusco, Yoiti y Guimarães, 2002). En el año 2000, la Oficina de Inmigración del Ministerio de Justicia de Japón informa que más de 300 mil no nativos residentes en ese país eran latinoamericanos y que los brasileños seguían constituyendo más del 80% de ese total (Villa y Martínez, 2002).

Gráfico 10

 

 

 

 

 

 

 

 

Dos hechos adicionales destacan en esta emigración hacia Japón. Uno de los factores de la inmigración de mujeres parece ser la demanda asociada a la trata, pues se sabe que el mercado internacional tiene en Japón uno de los centros de articulación de redes europeas y asiáticas, cuyos puntos de operación y reclutamiento están principalmente en Brasil y otros países de la región. De hecho, información oficial consigna una cifra de entre 3 mil y 5 mil brasileñas dedicadas al comercio sexual, lo que representa una fracción elevada de quienes se dedican a los servicios y supera varios rubros de actividad (CELADE, 2003; Chiarotti, 2003; Rossini, 2000). Por otra parte, la población inmigrante dekassegui enfrenta una doble amenaza de exclusión: por un lado, son considerados extranjeros en Brasil por su ascendencia y, por otro, no logran adaptarse a la sociedad japonesa por no hablar el idioma y tener tradiciones muy distintas (Rossini, 2000).

Cuadro 6

 

 

 

 

 

 

El retorno a las antiguas metrópolis e Italia puede ser visto también como una fase contemporánea de las antiguas relaciones entre el Viejo Mundo y América Latina, como una restitución de recursos humanos y un motor que despliega energía al crecimiento demográfico. En España algunos lo denominan la "latinoamericanización" de la inmigración: "Latinoamérica y Europa nos restituyen buena parte de los recursos humanos que necesitaron. Es la devolución inesperada de una deuda histórica.
Europa lo hace en una situación de privilegio mientras que América Latina anda removida en sus fundamentos y pendiente de otra deuda ... También resulta de interés el estudio de la inmigración latinoamericana por su hálito de 'preferidos' de la sociedad española. Y casi de reclamados y deseados.
Lo son con el fin de anular la dependencia de la mano de obra marroquí en la agricultura y la construcción. O para eludir el choque cultural con otra religión. Sea por unos o por otros motivos, lo cierto es que son pocos los que esconden la predilección que sienten por los inmigrantes latinoamericanos. Los prefieren los empresarios y los políticos, los vecinos del barrio, las
organizaciones católicas y los maestros en los colegios. Es verdad que no todos los latinoamericanos son vistos de igual modo, pues unos son más ensalzados que otros. Pero según los modos más diversos de sondear las preferencias de la población, latinoamericanos y europeos del este aparecen en el imaginario colectivo como los extranjeros menos extraños y con los que la convivencia resulta más fácil
" (Izquierdo, López y Martínez, 2002, p. 2).

Cuadro 7

Cuadro 8

 

 

A favor de estas percepciones, los estudios existentes confluyen en señalar que la calificación de las y los sudamericanos es elevada, si bien su inserción laboral es muy segmentada. Lo interesante es que, en función de sus niveles de calificación, experiencia laboral y pertenencia a redes sociales y familiares, estas personas registran una rápida movilidad laboral, lo que hace que la construcción, el servicio doméstico y el comercio constituyan los sectores de ingreso al mercado de trabajo español y que luego den paso a los servicios. De allí que su inserción termine siendo mucho más favorable a las expectativas individuales que las de otros contingentes de inmigrantes (Anguiano, 2002; Martínez Buján, 2003). *13

España no es ajena al temor a la inmigración, ya sea por la percepción de hechos reales, como su intensa dinámica e inevitable necesidad, como de los que típicamente forman parte del imaginario colectivo: competencia laboral, amenazas culturales, utilización de servicios sociales, delincuencia e inseguridad. Existen muchas evidencias sobre estos temores y no es este el espacio para examinarlas. La prensa española es el mejor referente.

La migración regional a Canadá, cuyo stock ya superaba las 300 mil personas en 1986, alcanzó una cifra que casi se duplica diez años más tarde. Su característica más distintiva es el predomino
femenino, pues de los 30 países consignados en el cuadro 8, apenas en cuatro la cantidad de hombres es mayor. Más de la mitad del stock corresponde a caribeños (destacando los jamaiquinos, con fuerte participación de mujeres). Los salvadoreños registraron el mayor crecimiento desde 1986 y son la primera mayoría entre los mesoamericanos. Cabe esperar que la emigración prosiga y se componga cada vez más de personal calificado, de acuerdo con los criterios de la legislación canadiense consagrados recientemente (2002), que establecen preferencias basadas, entre otras, en habilidades y conocimientos, edad y experiencia laboral, adaptabilidad y dominio de uno de los idiomas oficiales (el mejor predictor del éxito económico, según muchos estudios; Tolley, 2003).

Finalmente, la presencia de inmigrantes de la región en otros países tiene más heterogeneidad; así, las personas nacidas en la Comunidad del Caribe tienen también una primacía en el Reino Unido y en los Países Bajos (Villa y Martínez, 2002). Asimismo, la gran mayoría de los inmigrantes presentes en Italia en 2000 eran oriundos de países de América Latina (principalmente peruanos y brasileños, www.istat.it). Los chilenos predominan en Australia (www.cbs.gov.il) y los argentinos en Israel (www.immi.gov.au). En Australia e Italia la inmigración se compone de una mayoría de mujeres, en proporciones notables en este último país.


* 12 Cerca de 250 mil japoneses llegaron a Brasil (principalmente a Sao Paulo) en el siglo XX y en la actualidad habría 1,5 millones denikkeis (Rossini, 2000).

* 13 España no es ajena al temor a la inmigración, ya sea por la percepción de hechos reales, como su intensa dinámica e inevitable necesidad, como de los que típicamente forman parte del imaginario colectivo: competencia laboral, amenazas culturales, utilización de servicios sociales, delincuencia e inseguridad. Existen muchas evidencias sobre estos temores y no es este el espacio para examinarlas. La prensa española es el mejor referente.

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