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III. Birds of passage are also women. La participación
de las mujeres en la migración internacional
1.
Las fuentes de información y las mujeres migrantes:hechos
y desafíos
b.
Los stocks
La información de stocks continúa siendo una de
las más utilizadas en el estudio de la migración,
especialmente en la región. Tanto las recientes iniciativas
de información como el vigente proyecto IMILA del CELADE
utilizan este tipo de datos. Si se trata de censos, los antecedentes
contenidos en los microdatos se pueden desagregar a diversos niveles
geográficos, llegando hasta el hogar y los individuos;
los datos censales son de variada amplitud y algunos investigadores
los consideran una "fotografía" de las estructuras
sociales y demográficas en un momento dado (Cacopardo,
1998). Por lo mismo, una de las principales observaciones hechas
a los registros de stocks -que derivan de censos y encuestas de
hogares- es que no logran captar la imagen de proceso de los movimientos
migratorios, y se restringen a una imagen estática del
fenómeno, utilizándolo circunscrito al cambio del
lugar (país) de residencia de las personas. No es que estos
instrumentos no recopilen antecedentes según el sexo de
las personas migrantes, sino que se restringen a un tipo de movilidad
que puede afectar diferencialmente a mujeres y hombres.
Aunque es posible recuperar un último movimiento en el
quinquenio anterior al del empadronamiento, no se logra registrar
otros movimientos cíclicos, estacionales o intermitentes,
asociados a un traslado temporal de un país a otro, que
pudiese estar asociado a fenómenos transnacionales.
Los datos de stocks permiten una aproximación a las tendencias
de la migración internacional y a las características
de los migrantes. Cuando los análisis se restringen a "conteos",
el riesgo reduccionista es evidente y da pie a lo que Anna Cabré
(1995) y Eva Jiménez (1998) denominan una "perspectiva
ganadera" de la participación de mujeres y hombres
en la migración. Si se emplean apropiadamente, pueden contribuir
a conocer las diferencias de género en la movilidad, examinando,
por ejemplo, la participación y modalidad de inserción
laboral de mujeres y hombres. Identificada la condición
migratoria de las personas, se puede establecer las comparaciones
entre migrantes y no migrantes: este ha sido el caso de estudios
basados en censos y encuestas de hogares que han aportado información
sobre la segregación laboral de las mujeres migrantes en
la región (Cacopardo, 1998; Cacopardo y Maguid, 2001; CEPAL-CELADE-OIM,
1999). Estos estudios no han logrado explorar en las decisiones
e historias migratorias y los proyectos que subyacen en las estrategias
de las familias e individuos, debido a que los datos de stocks
y sus fuentes no proporcionan insumos para conseguir estos objetivos.
Por otra parte, y con relación a países de destino
preferente de la emigración desde la región, es
posible que ante las restricciones para la inmigración,
las alternativas de utilización de mecanismos evasivos
de los controles de ingreso y estadía sean más propios
de hombres jóvenes dispuestos a asumir los riesgos inherentes.
Los migrantes irregulares no son reconocidos como tales ni es
posible estimar su cuantía a partir de las fuentes de stocks,
salvo excepciones que combinan metodologías. Por ejemplo,
en las estimaciones oficiales del número de indocumentados
en los Estados Unidos no se hace distinción de género.*18
Se supone que la migración de indocumentados a este
país está constituida fundamentalmente por hombres,
ya que, al contrario de lo que sucede con los inmigrantes indocumentados
de otras regiones, los
mexicanos y centroamericanos caen en esa condición preferentemente
por el ingreso subrepticio al país (entry without inspection)
(INS, 2002). De esto se infiere que si hay alguna invisibilidad
cuantitativa a partir de censos y encuestas representativas, ella
afectaría más a hombres que a mujeres en los países
de mayor inmigración irregular.*19 Si las restricciones
a la inmigración permanente se combinan con una oferta
de trabajos temporales en algunos países, es posible que
se presente una inmigración irregular fundamentalmente
masculina con una migración regular -permanente y temporal-
esencialmente de mujeres. Esta última cuestión se
ha detectado en la migración entre países asiáticos
(Oishi, 2002), pero no necesariamente tiene correspondencia con
los migrantes de la región.
Finalmente, desde el punto de vista del intercambio de información
y de un examen regional de la migración internacional,
es necesario señalar que la utilidad de los censos se restringe
cuando su simultaneidad es incompleta. La ronda censal de 2000
ilustró las dificultades, ya que el banco de datos IMILA
cuenta en este momento con cerca de la mitad de los países
de la región. Estrictamente, la falta de información
censal actualizada no incide en la producción de conocimiento
sobre la migración de mujeres, pero sí dificulta
conocer la situación actual sobre su participación
en América Latina y el Caribe.
*18 Las estimaciones
del Immigration and Naturalization Service mostraban que a mediados
del decenio de 1990 había un total de cinco millones de
personas indocumentadas residentes en los Estados Unidos (menos
del 2 % de la población del país) (INS, 2002).
*19 Esta hipótesis es discutible, pues no hay investigaciones
que la respalden (Mora, 2002) y en las deportaciones no se precisa
el género de las personas. Sin embargo, existen muchas
evidencias parciales en el marco de un universo desconocido. Los
resultados de encuestas específicas a indocumentados en
zonas de frontera de México muestran un elevado número
de hombres. En algunos países de América Central,
la atención que entregan organizaciones de la sociedad
civil a las personas que se desplazan en sus rutas de tránsito
hacia el norte permite una aproximación a la composición
por sexo: la Red de Casas del Migrante Scalabrini contabiliza
que
más de tres cuartas partes de los migrantes atendidos son
hombres (deportados e infractores) (www.migrante.com.mx).
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