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III. Birds of passage are also women. La participación
de las mujeres en la migración internacional
1.
Las fuentes de información y las mujeres migrantes:hechos
y desafíos
e. ¿Invisibilidad de las mujeres migrantes?
Las fuentes de información sobre migración internacional
son bastante heterogéneas y ninguna de ellas logra, de
manera individual, captar las múltiples dimensiones del
fenómeno. Los sistemas de información son avances
en tal sentido, pero no cubren áreas muy sensibles, por
ejemplo, la situación de las personas indocumentadas, refugiadas
o en riesgo de vulnerabilidad; otros nuevos temas requieren información
de diversa naturaleza (como el clima de actitudes ante los inmigrantes).
En la región se encuentran nítidamente reflejadas
estas limitaciones que, en general, invisibilizan aspectos muy
importantes de los procesos migratorios. Desde el punto de vista
de las fuentes de información es preciso identificar apropiadamente
la invisibilidad a la que se alude cuando se abordan los estudios
de las mujeres en la migración. Además, debe recordarse
que una percepción muy generalizada entre los
gobiernos y la sociedad civil en América Latina sobre sus
emigrados es el carácter invisible que pesa sobre su contribución
al bienestar de las sociedades desarrolladas hacia donde se dirigen,
lo que establece una plataforma de demandas para su reconocimiento
ciudadano.
En general, los antecedentes expuestos indican que no debiera
atribuirse la escasa visibilidad de la migración femenina
a la ausencia de datos, por más que la situación
sea heterogénea según fuentes y regiones del mundo.
Numerosos investigadores afirman que el problema de la escasa
visibilidad de la migración de las mujeres no se debe a
que la cuestión se haya estudiado poco, sino a que los
informes y análisis existentes ha tenido un reducido impacto
en los legisladores y en los medios de comunicación.
La literatura sobre las migrantes latinoamericanas principalmente
en los Estados Unidos se desarrolló a través de
estudios de casos sobre las causas de la selectividad migratoria
por edad y su relación con atributos socioeconómicos,
las formas de participación en el mercado de trabajo, la
correspondencia entre trabajo doméstico y trabajo remunerado,
la vida familiar, las alteraciones en las relaciones de género,
las consecuencias sobre la fecundidad, la escolaridad, las diferencias
de estatus de la mujer en el país de origen y en el país
receptor, entre otras muchas circunstancias, que revelan una amplia
variedad teórica y de propósitos y preocupaciones
políticas (Bilac, 1995).
Un problema mayor es la trata de mujeres, que parece adoptar rasgos
generalizados de invisibilidad, que comprenden no solo sus dimensiones
sino también las formas de coerción y abuso, la
tipificación del delito y las sanciones que amerita, la
impunidad de los delincuentes, la densificación de las
redes criminales y la corrupción de autoridades; las consecuencias
para las víctimas han comenzado a investigarse y reconocerse,
por ejemplo, en el plano de la salud sexual y reproductiva (Mora,
2002). Sin embargo, al procurar visibilizar la trata de personas
se debe tener cuidado con una conexión exagerada con la
migración, pues no todas las migrantes son víctimas
ni todas las víctimas son destinadas a la prostitución;
el énfasis puede justificar que estos problemas sean excusa
para restringir la migración y así facilitar el
tráfico de personas. Según Chiarotti (2003), la
creación de un perfil de la mujer víctima es motivo
de discriminación sexual de amplias y variadas formas;
de acuerdo con Oishi (2002), ello conduce a asociar excesivamente
a las mujeres que migran solas como seres vulnerables en los procesos
migratorios y en riesgo de prostitución. Es claro que frente
a estas situaciones el mensaje es complicado, pues lo mejor sería
que no migraran (y algunos sectores podrían hasta sugerir
que se les prohíba), permaneciendo en espera
de su pareja, si la tienen, cuidando de los hijos y del hogar,
aunque no tuvieran posibilidades de rearmar sus vidas. *21
Si la menor visibilidad de la migración de mujeres
no se debe tanto a la falta de preocupación por su protección
ante riesgos objetivos ni a las carencias de las fuentes de información
ni a la escasez de estudios empíricos -incluso en el caso
del envío y utilización de las remesas-, entonces
puede conjeturarse que existe un problema de género. Primero,
porque -como destacan Pessar y Mahler (2001)- tanto la migración
en sí como su estudio son procesos determinados por la
dimensión de género (gendered processes). Las investigaciones
sobre migración femenina han estado dominadas pormujeres,
y esto reproduce la clásica distribución del trabajo
por género; asimismo, ha sido grande el riesgo de no abarcar
en toda su extensión los aspectos vinculados a la migración
femenina si no se cuenta con la perspectiva de investigadores
hombres. Segundo, porque las teorizaciones sobre migración
han sido notoriamente sesgadas a favor de la visión masculina
de la movilidad, ya sea por omisión, por énfasis
en la racionalidad económica y aspectos laborales, o por
una combinación de factores que dificultaron el análisis
de la participación en la migración de la otra mitad
de la humanidad.
Lo anteriormente expuesto se inserta en un campo amplio: la migración
internacional, donde las investigaciones siempre han sido restringidas
empíricamente, han enfatizado los estudios de casos y cuentan
con numerosas formulaciones teóricas fragmentarias; un
campo en que cada vez existen importantes interrogantes por resolver.
De todos modos, a partir de la literatura reciente parece ir creciendo
el consenso sobre la necesidad de introducir la perspectiva de
género para avanzar en una comprensión más
integral del fenómeno migratorio y evitar el fácil
recurso de adjudicar las omisiones existentes a la "falta
de datos". Como señala Ariza (2000), reconociendo
las limitaciones de los estudios, de la invisibilidad de las mujeres
migrantes se ha llegado a la efervescencia y revitalización
analítica de su problemática a la luz de esa perspectiva.
*
21
No hay consenso en estos asuntos. Simultáneamente parece
haber un aumento en la aceptación social del comercio sexual
y se tiende a extrapolar al resto del mundo la heterogénea
situación de la migración femenina entre países
asiáticos. Véanse, por ejemplo, los análisis
de Lim (1998), Lim y Oishi (1996) y Oishi (2002), cuyos exámenes
son muy completos.
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