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41 III. Birds of passage are also women. La participación de las mujeres en la migración internacional
1. Las fuentes de información y las mujeres migrantes:hechos y desafíos

e. ¿Invisibilidad de las mujeres migrantes?

Las fuentes de información sobre migración internacional son bastante heterogéneas y ninguna de ellas logra, de manera individual, captar las múltiples dimensiones del fenómeno. Los sistemas de información son avances en tal sentido, pero no cubren áreas muy sensibles, por ejemplo, la situación de las personas indocumentadas, refugiadas o en riesgo de vulnerabilidad; otros nuevos temas requieren información de diversa naturaleza (como el clima de actitudes ante los inmigrantes). En la región se encuentran nítidamente reflejadas estas limitaciones que, en general, invisibilizan aspectos muy
importantes de los procesos migratorios. Desde el punto de vista de las fuentes de información es preciso identificar apropiadamente la invisibilidad a la que se alude cuando se abordan los estudios de las mujeres en la migración. Además, debe recordarse que una percepción muy generalizada entre los
gobiernos y la sociedad civil en América Latina sobre sus emigrados es el carácter invisible que pesa sobre su contribución al bienestar de las sociedades desarrolladas hacia donde se dirigen, lo que establece una plataforma de demandas para su reconocimiento ciudadano.
En general, los antecedentes expuestos indican que no debiera atribuirse la escasa visibilidad de la migración femenina a la ausencia de datos, por más que la situación sea heterogénea según fuentes y regiones del mundo. Numerosos investigadores afirman que el problema de la escasa visibilidad de la migración de las mujeres no se debe a que la cuestión se haya estudiado poco, sino a que los informes y análisis existentes ha tenido un reducido impacto en los legisladores y en los medios de comunicación.
La literatura sobre las migrantes latinoamericanas principalmente en los Estados Unidos se desarrolló a través de estudios de casos sobre las causas de la selectividad migratoria por edad y su relación con atributos socioeconómicos, las formas de participación en el mercado de trabajo, la correspondencia entre trabajo doméstico y trabajo remunerado, la vida familiar, las alteraciones en las relaciones de género, las consecuencias sobre la fecundidad, la escolaridad, las diferencias de estatus de la mujer en el país de origen y en el país receptor, entre otras muchas circunstancias, que revelan una amplia variedad teórica y de propósitos y preocupaciones políticas (Bilac, 1995).
Un problema mayor es la trata de mujeres, que parece adoptar rasgos generalizados de invisibilidad, que comprenden no solo sus dimensiones sino también las formas de coerción y abuso, la tipificación del delito y las sanciones que amerita, la impunidad de los delincuentes, la densificación de las redes criminales y la corrupción de autoridades; las consecuencias para las víctimas han comenzado a investigarse y reconocerse, por ejemplo, en el plano de la salud sexual y reproductiva (Mora, 2002). Sin embargo, al procurar visibilizar la trata de personas se debe tener cuidado con una conexión exagerada con la migración, pues no todas las migrantes son víctimas ni todas las víctimas son destinadas a la prostitución; el énfasis puede justificar que estos problemas sean excusa para restringir la migración y así facilitar el tráfico de personas. Según Chiarotti (2003), la creación de un perfil de la mujer víctima es motivo de discriminación sexual de amplias y variadas formas; de acuerdo con Oishi (2002), ello conduce a asociar excesivamente a las mujeres que migran solas como seres vulnerables en los procesos migratorios y en riesgo de prostitución. Es claro que frente a estas situaciones el mensaje es complicado, pues lo mejor sería que no migraran (y algunos sectores podrían hasta sugerir que se les prohíba), permaneciendo en
espera de su pareja, si la tienen, cuidando de los hijos y del hogar, aunque no tuvieran posibilidades de rearmar sus vidas. *21 Si la menor visibilidad de la migración de mujeres no se debe tanto a la falta de preocupación por su protección ante riesgos objetivos ni a las carencias de las fuentes de información ni a la escasez de estudios empíricos -incluso en el caso del envío y utilización de las remesas-, entonces puede conjeturarse que existe un problema de género. Primero, porque -como destacan Pessar y Mahler (2001)- tanto la migración en sí como su estudio son procesos determinados por la dimensión de género (gendered processes). Las investigaciones sobre migración femenina han estado dominadas pormujeres, y esto reproduce la clásica distribución del trabajo por género; asimismo, ha sido grande el riesgo de no abarcar en toda su extensión los aspectos vinculados a la migración femenina si no se cuenta con la perspectiva de investigadores hombres. Segundo, porque las teorizaciones sobre migración han sido notoriamente sesgadas a favor de la visión masculina de la movilidad, ya sea por omisión, por énfasis en la racionalidad económica y aspectos laborales, o por una combinación de factores que dificultaron el análisis de la participación en la migración de la otra mitad de la humanidad.
Lo anteriormente expuesto se inserta en un campo amplio: la migración internacional, donde las investigaciones siempre han sido restringidas empíricamente, han enfatizado los estudios de casos y cuentan con numerosas formulaciones teóricas fragmentarias; un campo en que cada vez existen importantes interrogantes por resolver. De todos modos, a partir de la literatura reciente parece ir creciendo el consenso sobre la necesidad de introducir la perspectiva de género para avanzar en una comprensión más integral del fenómeno migratorio y evitar el fácil recurso de adjudicar las omisiones existentes a la "falta de datos". Como señala Ariza (2000), reconociendo las limitaciones de los estudios, de la invisibilidad de las mujeres migrantes se ha llegado a la efervescencia y revitalización analítica de su problemática a la luz de esa perspectiva.


* 21 No hay consenso en estos asuntos. Simultáneamente parece haber un aumento en la aceptación social del comercio sexual y se tiende a extrapolar al resto del mundo la heterogénea situación de la migración femenina entre países asiáticos. Véanse, por ejemplo, los análisis de Lim (1998), Lim y Oishi (1996) y Oishi (2002), cuyos exámenes son muy completos.

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