41
III. Birds of passage are also women. La participación
de las mujeres en la migración internacional
2. Los estudios de género y la migración
internacional: breve recuento y evolución en la región
Las diferencias de género se hallan entre las características
más importantes que se pueden distinguir en la migración
internacional, argumento muy utilizado para invocar su inclusión
en las agendas de investigación (Ariza, 2000; Boyd y Grieco,
2003; Chant, 2003; Jiménez, 1998; Lim, 1998; Oishi, 2002;
Staab, 2003; Sutcliffe, 1998). Sin embargo, este reconocimiento
es fruto de un largo
proceso de problematización y de formulaciones teórico-metodológicas
acerca de la migración femenina, cuya reflexión
como objeto de estudio ha logrado avances solo recientemente.
En realidad, la consideración de las mujeres en la migración
data desde antiguo, aunque con dos sesgos notorios: la mujer ha
sido contemplada desde una perspectiva asociacional, de actor
pasivo, de acompañante del esposo, la que sigue su desplazamiento,
la que espera a su cónyuge e hijos; es también relegada
en las formulaciones teóricas sobre la migración,
aspecto que distingue numerosos razonamientos que implícitamente
reconocen su papel. Ambas situaciones parecen haber ido de la
mano de algunas evidencias, que, por ejemplo, indicaban que en
la migración transatlántica las mujeres tenían
un menor peso que los hombres, si bien no fue nunca el caso de
la migración interna cuyos destinos eran las grandes ciudades
(Pellegrino, 1996). Tales evidencias se revirtieron notoriamente,
y así lo indica la participación de mujeres en la
migración internacional -en el mundo y especialmente en
la región- que sugiere la feminización cuantitativa
en las últimas décadas (Villa y Martínez,
2002; Zlotnik, 2003).
El desarrollo de estudios de casos con distinciones por sexo se
produjo mucho más temprano en los países receptores
de inmigrantes. Hasta mediados del siglo XX, en los Estados Unidos,
por ejemplo, se realizaron numerosas investigaciones acerca de
la asimilación y la adaptación de los inmigrantes,
cuyo objeto de estudio era la disolución de diferencias
sociales de raza. La migración era entendida como un proceso
desordenador de la sociedad a partir de la ruptura con la sociedad
de origen, al que le seguía
un proceso de asimilación de los valores de la sociedad
receptora. En el decenio de 1960 hay una revitalización
de los estudios étnicos y se desarrollan los estudios feministas.
Se pone énfasis en la persistencia de valores de la cultura
original y en la reafirmación de las diferencias; la etnicidad
se vuelve la fuente de solidaridad entre los migrantes. Los estudios
feministas ignoran las diferencias de clase y etnia y dirigen
la mirada a la mujer como un ser universal, blanco y de clase
media. En tal entorno, la familia se transforma en el locus de
la opresión femenina (Oliveira Assis, 2000).
Tanto a nivel regional como internacional había una ausencia
casi total de análisis que vincularan la migración
internacional con la participación activa de las mujeres.
Esto se observa en las formulaciones teórico-metodológicas
sobre migración internacional, en los planos temáticos
que guían a las investigaciones empíricas y en el
diseño y contenidos de las políticas públicas
(Ariza, 2000; Mora, 2002).
[INDICE]
[<<]
[48] [>>]
<<
REGRESAR
|